Ay TV´s y Tele Urban: ¿qué televisión en el Metrobús?

“Los videos que pasan en las pantallas del Metrobús son un insulto para la inteligencia de cualquier persona; si no van a poner algo interesante, o noticias, mejor quítenlos, es molesto ver videos de gatitos o niños haciendo gracejadas, la persona que pone los videos cree que los pasajeros somos idiotas, inclusive hay un video semiporno de una sadomasoquista en una oficina.” Este es el comentario que, el 26 de diciembre de 2009, colocó en el foro de discusión del portal del Metrobús un usuario del servicio. Y tiene razón…

Por lo general, las quejas en torno a este sistema de transporte público se refieren a la necesidad de más unidades, incrementar su frecuencia para evitar saturaciones, la insuficiencia de máquinas de recargas y las fallas técnicas, la temperatura y la separación entre hombres y mujeres, pero pocas veces hacen mención a la comunicación y mensajes que transmiten las pantallas que poseen algunos de estos vehículos. “No queremos pantallas de TV y mucho menos canciones de banda y ruidosa”, posteó otro usuario el 16 de octubre de 2008.

Quizá porque, desde que existe la televisión en nuestro país, estamos acostumbrados a la indigencia de sus contenidos, situación que viene agravándose y que ya no es exclusiva de la radiodifusión abierta, como es el caso de las pantallas del Metrobús. Pero no faltan usuarios que perciben y reclaman la pobre programación que difunden en el transporte público, como este comentario a una nota publicada en El Universal (4 de octubre de 2010): “Buena parte de la flotilla del Metrobús ha sido modernizada con pantallas más grandes, mejor sonido y muchos, muchos comerciales (ya hasta Burger King se anuncia allí). Esos son recursos importantes. Lo ideal sería eficientar eso, porque la gente quiere más camiones, no mejores pantallas.”

Los videos a los cuales se refiere el primer pasajero los transmite Ay TV´s, uno de los dos servicios que propaga contenidos a través de las pantallas del Metrobús. La otra empresa es Tele Urban. Dichos “canales” se suman al ambiente cada vez más invadido de pantallas, no sólo en el hogar y el trabajo sino también en las plazas comerciales, restaurantes, bares, centros nocturnos y ahora el transporte público, formando parte del equipamiento humano, sin mencionar la ubicua presencia del teléfono celular, la computadora y ahora las tabletas electrónicas. Pero qué son, qué representan, para qué sirven estos “canales”.

Primero hay que mencionar que el Sistema Metrobús es un organismo público descentralizado del Gobierno del Distrito Federal, creado el 9 de marzo de 2005, encargado de administrar, planear y controlar el sistema de corredores de transporte. El Metrobús está conformado por diversas empresas concesionarias que brindan el servicio. Por ejemplo, RTP, CISA, COPSA, CTTSA, RECSA, SSJJ, CE4 y ADO son empresas transportistas que operan los distintos corredores. El banco Inbursa de Carlos Slim e Idear Electrónica son responsables de la instalación, operación y mantenimiento de los sistemas de recaudo (máquinas expendedoras de tarjetas, torniquetes, cámaras de vigilancia y sistemas electrónicos de procesamiento de información). Todos ellos bajo la dirección del ingeniero Guillermo Calderón Aguilera.

Lo anterior para decir que las pantallas no son propiedad del Metrobús, sino que éste concesiona los espacios a particulares (Ay TV´s y Tele Urban) para que les permitan instalar los monitores, los cuales son financiados y operador por los “canales”. Obviamente, el Sistema Metrobús obtiene ingresos por el concesionamiento de los espacios, lo cual tendría que redundar en el mejoramiento y crecimiento del sistema de transporte público capitalino.

¿Qué son entonces Ay TV’s y Tele Urban? Medios de comunicación y empresas de publicidad y mercadotecnia que realizan campañas y comercializan los espacios en las pantallas. Nótese que hasta el momento no he mencionado la palabra “televisión”, pero la lógica es la misma. El tiempo que no ha sido comercializado por estas empresas requiere rellenarse con contenidos para los usuarios.

El Metrobús concesiona un espacio físico dentro de los autobuses para colocar las pantallas. Pero lo valioso no es el espacio; en realidad el Metrobús concesiona una audiencia conformada por más de 480 mil pasajeros que todos los días, en promedio, utilizan el sistema de transporte. Ay TV’s y Tele Urban no venden mensajes, información o contenidos; comercializan una audiencia masiva que a diario se transporta a través de nueve delegaciones del Distrito Federal. Esa audiencia –nosotros, los usuarios– es una mercancía que se ofrece a los anunciantes, quienes deciden contratar los servicios y espacios de Ay TV´s y Tele Urban para transmitir sus mensajes y spots. Aparte de la publicidad, los contenidos que vemos son el aliciente, como las botanas que ofrecen en las cantinas para que los clientes consuman más bebidas.

Pero hay de botanas a botanas, y las que ofrecen estos canales son de las más baratas y de mala calidad, porque no realizan inversión suficiente para producir contenidos. Además, el Gobierno del Distrito Federal se desentendió de un sistema de comunicación que podría contribuir de mejor manera a establecer un diálogo con los ciudadanos. El gobierno capitalino podría requerir una reserva de tiempos para difundir campañas de beneficio social y creación de ciudadanía democrática, que tanto hacen falta en la ciudad, con base en una legislación clara.

Por cierto, el publirreportaje de logros del Gobierno del Distrito Federal que se transmite por las pantallas del Metrobús es ilegal. Transgrede el artículo 134 constitucional en el sentido de que la propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social (las pantallas del Metrobús son una modalidad de comunicación social), no deberá incluir nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público; en cambio, aparece ufano Marcelo Ebrard en varias ocasiones.

Aquí vienen las interrogantes: ¿las pantallas del Metrobús constituyen televisión en el sentido tradicional del término? ¿El Sistema Metrobús, las empresas concesionarias y los partidos están sometidos a los artículos 41 y 134 constitucionales en materia electoral y de comunicación social por anunciarse en el Metrobús? Y es que, por las características del medio, constituye un espacio ideal para que los partidos, los candidatos, los gobiernos y los particulares difundan propaganda electoral. ¿Es legal hacerlo a través de esas pantallas?

Por ejemplo, en vísperas de la elección en el Estado de México, cabe precisar que, según la Quinta Encuesta de Opinión de Metrobús (junio de 2009), 21 por ciento de los usuarios del Metrobús habitan en esa entidad; los candidatos mexiquenses bien podrían promocionarse a través de las pantallas de Ay TV’s y Tele Urban. Adicionalmente, 50 por ciento de los pasajeros viven en cinco demarcaciones de la Zona Metropolitana del Valle de México: Gustavo A. Madero, Iztacalco, Tlalpan y las muy pobladas Iztapalapa y Ecatepec. ¿Esto en qué beneficia a los partidos? ¿Debieran analizarlo y regularlo los institutos electorales?

Hay que reconocer que las pantallas en el transporte público constituyen un eficaz medio de comunicación y tienen la misma lógica de transmisión que la televisión abierta: se dirige a una audiencia masiva, heterogénea y es financiada por la publicidad. En suma, es un buen negocio y podría ser un medio poderoso. Tele Urban lo explica claramente en su portal: “te brinda la oportunidad de comunicarte eficazmente con miles de personas y clientes potenciales para que la población conozca tus servicios, tus productos, tus ideales políticos o tus proyectos de desarrollo, utilizando el tiempo que los usuarios destinan para transportarse a su destino”.

No es todo. Tele Urban ofrece más productos: spots desde 20 segundos, los cuales pueden transmitirse de once hasta 110 diarios de manera simultánea en todos los autobuses. Asimismo produce infomerciales, patrocinios de cinco segundos al principio o al final de un videoclip o cápsula, banners (calcomanías que se adhieren al monitor), medallones (parte posterior del autobús dirigido a un segmento de mercado distinto al de los usuarios), muestreos y encuestas. Por desgracias, Ay TV’s no proporciona información al respecto.

Según datos de la encuesta mencionada, 50 mil usuarios poseen automóvil pero prefieren utilizar el transporte público ante el colapso del tránsito en la Ciudad de México. Aún más relevante, 63 por ciento de los viajes tienen como destino ir al trabajo, es decir, dichos pasajeros son empleados que cuentan con recursos para consumir los productos o servicios que podrían anunciarse en las pantallas de Ay TV’s y Tele Urban. El ingreso familiar mensual promedio es de 9 mil 461 pesos. Además, 77 por ciento de los pasajeros han cursado educación media superior o superior y 65 por ciento tiene ingresos de entre tres y diez veces el salario mínimo. El promedio de edad de los usuarios es de 35 años, lo cual constituye un nicho de mercado en sí mismo. Un dato con repercusiones tanto económicas como políticas lo proporciona Tele Urban: 80 por ciento de la población utiliza transporte urbano.

El 17 por ciento utiliza el transporte para ir a estudiar, lo cual implica una audiencia joven específica; esta podría ser la razón por la cual se transmiten tantos videos musicales, siempre del gusto del público adolescente. La mayoría de los amigos de Tele Urban en Facebook son jóvenes y piden o comparten videoclips para ser transmitidos a través de sus pantallas: “k haY banditA pUes si stA chiDA La pROGRAmaciOn peRO tambiEn deben pEnsaR k nO SOLo viajAMOs gente k LEs GUsta EL pOp, si deveRian ampLiAR Sus vidEos mUsikaLEs kOn oTROs geneROs! netA k HAy mUchA mUsikA!” (sic).

Con una redacción más ortodoxa, otros facebukeros también participan y buscan modificar la programación con base en sus preferencias: “Hola, me agrada su programación, la verdad es que sí nos hacen más ameno el viaje a las personas que cruzamos la ciudad en MB, ojalá pasen videos musicales japoneses…” “La verdad deberían poner videos de electrónica […] o conciertos de diferentes géneros… también quisiera que pusieran películas”. En promedio, los usuarios del Metrobús recorren 13.6 estaciones. Este dato es relevante porque puede orientar la duración de algunos contenidos y formatos, que por lo general son breves.

Los autobuses, si bien pueden pertenecer a una empresa transportista concesionada, por razón operativa circulan por cualquier corredor, de tal suerte que los mensajes se propagan por todas las zonas de la ciudad por donde transita el Metrobús. Asimismo, se trata de una transmisión unidireccional, por lo que los usuarios no pueden cambiar de programación. Es una audiencia cautiva en el más estricto sentido de la palabra. El 84 por ciento de los usuarios utiliza diario o varias veces a la semana el Metrobús.

El tiempo de traslado de los usuarios que en otras condiciones sería tiempo muerto, con las pantallas se convierte en tiempo productivo porque se bombardea con publicidad y mensajes al pasajero. Según la especialista en recepción televisiva Sandy Rodríguez, refiriéndose a los usos de la televisión en trenes y subterráneos, plantea que “la pantalla hace de la experiencia de esperar una actividad, pero además designa un espacio de espera. Es así como el ver televisión es una forma legitimada para pasar el tiempo”. Tiempo que es aprovechado por los publicistas y los anunciantes.

Como los canales de televisión que apenas inician y que aún no tienen producción propia, Ay TV´s y Tele Urban también repiten la programación cada determinadas horas. Por lo tanto, no es extraño que un pasajero que siempre viaja a la misma hora sea receptor de idénticos mensajes y promocionales durante varios días e incluso semanas, por la mañana y por la tarde. Con esta estrategia, el mensaje se vuelve redundante y repetitivo para beneficio del patrocinador. En el Facebook de Tele Urban un usuario se queja: “está bien repetitivo, aburre y harta”.

Tele Urban ha hecho un esfuerzo adicional al producir cápsulas médicas y conmemorativas, como las del Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia, pero todavía con una producción e información elementales. El peor caso es Ay TV’s: incurre en las trilladas trivias, en videos caseros de muy mala calidad, bromas crueles y humillantes, horóscopos, sonidos estridentes, spots publicitarios de otros países y casi siempre interrumpe los videos, lo que evidencia el escaso respeto hacia los realizadores y pasajeros.

Ay TV’s transmitió durante semanas un video de un enanito que imitaba a Michael Jackson; ahora el famoso Thriller del Rey del pop es montado sobre una interpretación de una orquesta de la República Popular China. Los videos de cámaras escondidas y bromas pesadas parecen ser su especialidad, teniendo que lidiar con ellos durante semanas. Especialmente grotesco resultó un video de tres cerdos nadando en el mar de las Bahamas, a los cuales unos turistas en lancha daban de comer mientras se destornillaban de risa ante el esfuerzo de los porcinos por alcanzar el alimento.

En todo caso, estos medios de comunicación en el transporte público están desperdiciados, repiten los mismos esquemas comerciales y de entretenimiento banal de la televisión privada y sufren el abandono de la autoridad que no los regula. Además de videoclips y cortometrajes podrían transmitirse muchos otros contenidos. Elevar el nivel cultural de los usuarios y dar a conocer campañas de beneficio social es sólo un par de alternativas. Pero dejemos que sean los propios pasajeros quienes hablen y participen. En el portal Adefesio.com, José Ramón Narváes se pregunta si el Metrobús es un espacio de cultura cívica. Nosotros creemos que sí, pero él explica por qué:

«Una última cuestión, el potencial que tienen estos transportes a través de los inocuos medios de comunicación con los que cuentan. Primero operaba un canal de televisión en el que abundaban los cortos bajados de YouTube con videos graciosos bajo la rúbrica Ay TV’s; eran precedidos por títulos que muchas veces no coincidían con el contenido del corto, con faltas de ortografía y a veces los cortos no tienen sentido o incluso proyectan imágenes obscenas. Algunos de los viejos (por llamarlos de algún modo) aparatos ya no funcionan. Ahora los nuevos carros del Metrobús tienen mejores pantallas y mejor sonido, pero el contenido no ha subido de calidad. Sin ser moralista lo único que quiero decir es que un sistema así, que llega de forma directa a tantas personas, podría ser mejor explotado, incluso correspondería a nosotros como ciudadanos hacer propuestas y darles seguimiento.”

Publicado en El Búho, febrero de 2011 (p. 11 del PDF).

Revista El Búho.